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Cirrosis hepática

Escrito por nuestro Equipo de Profesionales Médicos

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Resumen

La cirrosis hepática ocurre cuando una condición médica de larga duración hace que el hígado forme tejido cicatricial. Esto produce problemas con el flujo de sangre a través del hígado, e interfiere con las otras funciones del hígado. Existen muchas causas posibles de cirrosis hepática, pero las más comunes son hepatitis, hígado graso y el consumo excesivo de alcohol por un largo tiempo. El diagnóstico puede involucrar múltiples estudios para investigar la función hepática restante y la causa del daño. El tratamiento consiste en controlar la causa de fondo y prevenir daños adicionales al hígado. Además, es importante reducir o detener el consumo de alcohol. Aunque no existe cura para la cirrosis hepática, un buen manejo puede retardar la cicatrización y detener el progreso de la condición.

Riesgos

La cirrosis hepática ocurre cuando una condición médica prolongada hace que se forme tejido cicatricial en el hígado. El tejido cicatricial reemplaza el hígado normal y sano y hace que el hígado funcione menos efectivamente. El hígado tiene muchas funciones y actúa para descomponer (metabolizar) muchas sustancias que comemos y bebemos (como el alcohol y algunos medicamentos). También produce sustancias para la digestión (bilis), almacena azúcar para uso futuro y produce proteínas para ayudar con otras funciones corporales como la coagulación de la sangre. Las causas más comunes de cirrosis hepática son el consumo excesivo y prolongado de alcohol, y una infección viral prolongada de hepatitis B o C. Otras causas incluyen inflamación causada por enfermedades autoinmunes (en las que el sistema inmunitario ataca por error el hígado o los conductos biliares), o el almacenamiento excesivo de hierro (hemocromatosis) o grasa (enfermedad hepática grasosa) en el hígado. Algunos medicamentos también pueden provocar esta condición médica. La cirrosis hepática es una condición frecuente, que afecta con mayor frecuencia a los adultos mayores y a personas con otros problemas de salud. Además, la obesidad también es un factor de riesgo.

Síntomas

Los síntomas típicos incluyen cansancio, picazón en la piel, temblores, pérdida de apetito, pérdida de peso y masa muscular, color amarillento de la piel y los ojos (ictericia), pequeños vasos sanguíneos en forma de araña sobre la piel, e hinchazón de las piernas y el abdomen (vientre). A medida que progresa la condición, las personas pueden volverse confundidas, olvidadizas y somnolientas. Los síntomas de cirrosis hepática ocurren cuando se forman suficientes cicatrices en el hígado que impiden que la sangre fluya libremente o cuando el hígado no puede realizar las funciones normales. Es por ello que los síntomas solo suelen aparecer en las etapas más tardías de la cirrosis.

Diagnóstico

El diagnóstico se realiza en una consulta médica evaluando los síntomas, haciendo un examen físico y análisis de sangre para investigar la función del hígado y las posibles causas de fondo, tales como el virus de la hepatitis o señales de inflamación en el cuerpo. En muchos casos también es necesario hacer una ecografía o tomografía computarizada (TC) del hígado. En algunos casos puede tomarse una pequeña muestra del hígado (una biopsia) para investigar la causa de fondo.

Tratamiento

El tratamiento depende de las causas de la cirrosis hepática y de la extensión del daño hepático al momento del diagnóstico. Si se conoce la causa de fondo, debe ser tratada o controlada. Las medidas comunes que tienen por objetivo reducir los síntomas incluyen reducir el consumo de alcohol y consumir lactulosa (un tipo de azúcar sintética que ayuda a remover toxinas del cuerpo). Además, podrían ser necesarios otros procedimientos para investigar o tratar las complicaciones. El último recurso en casos de insuficiencia hepática total es un transplante de hígado.

Prevención

Esta condición puede prevenirse evitando provocarle daños al hígado, como los producidos por el alcohol o algunos virus de la hepatitis. También ayuda mantener un peso saludable.

Pronóstico

No existe cura para la cirrosis hepática, pero con un control apropiado, su progreso puede retardarse o detenerse.


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